20.9.12

La ayuda no tiene discapacidad

“Soy solidaria por vocación y elección”, afirma María Inés Osacar, quien nació en Buenos Aires. La solidaridad no tiene límites para esta mujer de 75 años.

Por Daniel Vico para El otro, el mismo.

En junio de 1985, María Inés fundó junto a su marido un hogar llamado “Casa del niño”, en la localidad de Florencio Varela. El propósito de ese lugar consistía en entretener y alimentar a los hijos de las madres de escasos de recursos, que dejaban allí a sus hijos, durante el día, para ir a trabajar.

“Casa del niño”, se trataba de un jardín de infantes que proveía desayuno y almuerzo a los niños. Luego, comenzó a brindar apoyo escolar para los chicos de los primeros años de la primaria. El hogar se financiaba por medio de ayuda privada y estatal. A los pocos meses de fundarse, contaba con más de 350 chicos.

En septiembre de 1989, se anexó a “Casa del niño”, hogar fundado por María Inés Osacar, el “Taller San José”, que capacitaba a los adolescentes para sacarlos de los peligros de la calle, y tener oficio. “Aprendían albañilería, cocina, costura herrería artesanal. panadería, jardinería y peluquería”, asegura María Inés.

 En 1993, la vida de María Inés cambió para siempre. El subte en el viajaba chocó provocando muertos e hiriendo de gravedad a varias personas. Ella se salvó pero quedó con una discapacidad locomotriz permanente. Sin embargo, a pesar de todo, redobló su apuesta solidaria.

Con su auto especialmente acondicionado para su discapacidad, siguió con su hogar solidario. Con importantes donaciones de instituciones religiosas, organismos no gubernamentales y ayuda estatal e internacional, “Casa del niño” creció notablemente.

Mientras sus familiares la llaman “Pequeña Evita”, Inés satisfecha con todo lo logrado, y aún hoy con 75 años, continúa pensando  cómo ayudar un poco más a los olvidados de siempre.