26.1.09

De regreso en la ciudad


Desde que surgió la idea de pasar una semana acompañado de dos amigos, en la costa, me propuse el siguiente objetivo a cumplir allá: Cambiar. Sí, es tiempo de eso, y no cambiar por fuera ya que eso lo realiza el destino en sociedad con el tiempo, sino cambiar por dentro. Madurar internamente. Ver los distintos momentos de la vida de otra manera, porque de eso se trata cambiar.
Por primera vez me senté frente al mar a escribir palabras, palabras que jamás había escrito, palabras que necesitan de otra persona para ser frases. Y mientras amanecía en la playa, dibujé un beso con mis labios en tu boca, o eso imaginé. Creí tenerlo todo, creí saberlo todo, pero de nada sirve mentirse a uno mismo y para evitar eso tenía (y quería) cambiar. Tal vez me ayudó a confirmar mi plan, el comportamiento estúpido mío al verte de casualidad bailando en Miramar. Sin embargo, todavía pienso en que el 2009 será un año de cambios.
Con ellos, que les agradezco por haberme acompañado, hubo más risas que ilógicas bebidas alcohólicas. Con ella, que le pido al destino por favor volver a verla, hubo más “sentimientos escritos” (a través de una birome y unas hojas) que palabras dichas al oído sin pensar.
Anoche el insomnio me permitió entender que tomé la decisión correcta y que todo es para mejor. Además no soy ningún perdedor por querer cambiar. Pero, ¿regresé a la ciudad siendo otro? No quiero ser optimista, no quiero ser generoso, pero mi conciencia me dice que el objetivo está cumplido.

Daniel E. V.
“Poner en Palabras un Sentimiento que Permite Entender a los Propios Sentimientos”