28.3.10

El artista del fútbol

Juan Román Riquelme, artista del fútbol. Con su estilo característico genera amor y odio en la gente. Por ahora disfrutemos sus obras de arte, después cuestionaremos sus actitudes.

Por Daniel Vico para DBAnoticias.com.

Es conocida la frase: “Si la vida fuera suficiente por si sola, el arte no tendría sentido”. Y afortunadamente el arte tiene muchas ramas, considerándose en varias ocasiones que el fútbol tiene también su veta artística. El futbol como arte es el resultado, y el mago con la pelota, el artista, el especialista, su creador. En este caso hablamos de un genio creativo comparable con los más grandes de todos los tiempos. De Juan Román Riquelme, el artista dentro de la cancha.

Seguramente, el propio Riquelme, nunca pensó que le iría tan bien jugando contra River, cuando debutó en un superclásico el 23 de marzo de 1997, en el Monumental, hace trece años y algunos días. Con el del jueves, el diez de Boca jugó contra River 16 partidos. Sumó siete victorias, dos derrotas y siete empates. La estadística demuestra que al enganche contra River le va de la mejor manera. Y si no, dejemos que opine él mismo: “Los superclásicos se me dan bien”, dijo a la salida del vestuario xeneize.

Probablemente, el futbolista, jamás imaginó que generaría tanta división entre los argentinos su juego, cuando se coronó campeón mundial juvenil ese mismo año, 1997, en Malasia. O inclusive, cuando debutó en la selección mayor contra Colombia en el último partido para las eliminatorias para Francia ´98. Sin embargo, Riquelme encuentra frases para todo: “Para algunos seré muy bueno jugando al fútbol, para otros más o menos y para algunos un burro o un pecho frío, como dicen muchos”.

Después de su juego magistral contra el Real Madrid, en Tokio, en el 2000, el Barcelona compró a Riquelme, donde Louis Van Gaal lo hizo jugar poco y Román no entendió porqué el holandés no lo incluía en su equipo. Posiblemente, tampoco comprendió (y tal vez aún no comprenda) el no haber formado parte del sistema de juego de Marcelo Bielsa para el mundial Corea-Japón 2002.

Teñidos de fanatismo, muy pocos argentinos comprendieron por qué el diez de Boca, renunciaría dos veces a la selección, (una por requerimientos maternos y otra por falta de “códigos” con el actual entrenador albi celeste, Diego Maradona), cuando fue el artista del triunfo de Argentina contra Brasil por 3-1 en el Monumental, para las eliminatorias de Alemania 2006.

Cuando el Villareal lo adquirió (primero en préstamo y luego comprándole el pase al Barcelona), ni el Villareal, ni el propio Riquelme pensaron que llegarían a estar entre los cuatro mejores equipos de Europa. Ese equipo, por entonces dirigido por Manuel Pellegrini, logró llegar hasta la semifinal de la Champions. Pero un penal mal ejecutado por Riquelme y atajado por el arquero del Arsenal, hizo que el sueño de ser el mejor de Europa se esfumara. “Cuando el equipo no juega bien, siento que es por mi culpa”, fue otra frase de su autoría.

El número diez llevó Riquelme en el mundial de Alemania 2006. Su participación en ese evento futbolístico estuvo marcada por altibajos. Desde su excelente pase a Javier Saviola contra Costa de Marfil en el debut mundialista, hasta su salida trotando de la cancha por una decisión táctica de Pekerman contra Alemania. En 2007, Román volvió a Boca gracias a la operación retorno del equipo de la ribera. Ese año, con una actuación magistral del enganche, Boca ganó la Copa Libertadores.

En 2008, después de vencer a River por 1-0 en La Bombonera, gracias a un corner perfectamente planeado y ejecutado por Riquelme, que terminó en gol por un cabezazo de Sebastián Battaglia, dio a entender que no le daba lo mismo enfrentar a Gimnasia de La Plata (por nombrar alguno), que enfrentar a River. Esa misma semana, había sentenciado “Nadie nos ataca en La Bombonera”.

El segundo semestre del 2008, River recibía a Boca en su casa, y otra notable actuación de Román, permitía que Boca ganara el partido por 1-0. Justo en la previa a ese partido había estallado la interna del vestuario xeneize, entre el grupo partidario de Riquelme y el inclinado a Palermo (en ese entonces lesionado). El diez, bajó la línea con una frase directa: “En la cancha somos hermanos”. Y en ese mismo torneo, Boca salió campeón, luego del famoso triangular contra Tigre y San Lorenzo.

En marzo de 2009, luego de renunciar a la selección, por segunda vez se marcó aún más la diferencia entre los “riquelmistas” y los “no riquelmistas”. Como si fuera poco, La misma Bombonera, puramente “riquelmista”, defendió a Román por sobre Maradona. Sin embargo el 2009 no resultó ser el mejor año ni para Boca, ni para Riquelme, que se vio perjudicado por diferentes lesiones.

En enero de 2010, pegaron el portazo tanto Basile, como Bianchi. Asumía Alves la dirección técnica del club. En la primera fecha del torneo, Román dio muestras de su calidad como el mejor de los artistas e hizo un golazo frente a su ex equipo, Argentinos Juniors. Sin embargo, Boca empató 2-2. Posteriormente, una victoria contra Lanús hacía ilusionar a los hinchas xeneizes. Pero, después de una seguidilla de derrotas y empates, logró poner en la cuerda floja a los históricos del club (Abbondanzieri emigró al Inter de Porto Alegre) y al propio Alves.

Llegaba el superclásico, ese partido que permite que el ídolo se agrande. Ese partido, que marca la diferencia del artista futbolístico por sobre el resto de los jugadores. Román la rompió, otra vez contra River. No hizo ningún gol, pero con una pincelada en el primer tanto y con una serie de pausas para marcar el ritmo del partido, se terminó de graduar como artista, como genio del fútbol.

El fútbol de Riquelme es “roman..ístico, lírico y por sobre todo artístico ”, y si no pregúntenle a los jugadores de River, las víctimas de las principales revelaciones del genio creativo.