31.12.09

Plaza de Mayo, atracción tanto para turistas, como para porteños

Crónica de un día cualquiera en Plaza de Mayo.

por Daniel Vico

Resulta raro pero el viento y el frío se sienten más en Plaza de Mayo que en cualquier otro lugar típico de Buenos Aires, o al menos hoy eso parece. Los 13 grados de temperatura, en Plaza de Mayo parecen 7 o 6 grados en realidad. El viento hace que se mueva el vallado ubicado luego del medio de la plaza, desde el 2001, para dividir a esta en dos. De un lado se permiten marchas (frente al Cabildo), del otro lado del vallado no se permiten marchas (frente a la Casa Rosada). Los turistas están buscando la mejor fotografía, mientras los pocos policías se agrupan y conversan entre sí. Así es el invierno.

La Plaza de Mayo, se encuentra en pleno microcentro porteño: entre las calles Hipólito Yrigoyen, Balcarce, Avenida Rivadavia y Bolívar. Es una atracción para todos los turistas que visitan Buenos Aires porque a su alrededor se encuentran monumentos y edificios históricos como la Casa Rosada, la Catedral Metropolitana, el Cabildo, el edificio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la casa central del Banco Nación. Además de la Pirámide de Mayo, similar a un Obelisco, con ladrillos de color blanco, ubicada en el centro de la plaza que conmemora el día de la independencia.

Las combis y los micros de turistas paran sobre Avenida Rivadavia. Los turistas caminan todos juntos y se paran frente a la Casa Rosada. Los flashes son constantes cuando la guía comienza a hablar. “Mucho frío, mucho frío pero linda la plaza y Buenos Aires”, expresa Ben Mela, norteamericano de unos 50 años, con un intento de castellano. “Muy agradables los argentinos”, agrega su esposa, Victoria Soley. “Es la primera vez que vengo a Argentina”, dice mientras mira para todos lados como buscando algo, Pablo Sagardía, español de 24 años con un buzo del Real Madrid. “Plaza de Mayo, después de Puerto Madero, es lo que más me gusto”, afirma Sagardía luego de leer la placa, que explica cómo se fundo la plaza, en el pie de la pirámide de mayo. “Sé que es la plaza fundacional de Buenos Aires. Me voy mañana y todavía me queda mucho por visitar. Prometo volver a Argentina”, asegura Pablo con una sonrisa.

Una familia de extranjeros, particulares, llega a la plaza con filmadoras y cámaras de fotos. El más joven, 18 años, estira los brazos, mantiene la cámara en el aire pero la baja y espera a que pasen las personas que muy apuradas y, seguramente pensando en otra cosa, salen de la línea A del subte en plena Plaza de Mayo. Los brazos del joven, con una gorra de Nike, se estiran nuevamente y la toma deseada del cabildo se logra con éxito. “La verdad que cuesta sacar buenas fotos por la cantidad de personas que pasan por aquí”, dice el padre de familia colombiana, Mauricio Ferra, mientras se saca y seca sus anteojos mojados por la llovizna que comienza a caer. La familia colombiana para en un puesto de venta ambulante en plena plaza, y compran dos mates pequeños de color celeste y blanco. “Me llamó la atención la cantidad de marchas que hay casi todos los días”, afirma el hijo mayor de Ferra, Martín, con una remera de manga corta roja como si estuviera amenazando al frío.

La familia colombiana captura las últimas fotos y se van caminando despacio por Hipólito Yrigoyen, por un momento se mezclan con el grupo de turistas del tour, que regresan a la combi para seguir su travesía porteña. En ese momento Pablo Sagardía, caminando rápido, casi corriendo, se va hacia Paseo Colón y a la pasada dice: “Todavía quiero conocer La Bombonera antes de irme”.