31.12.09

Subió al colectivo, discutió con el chofer, y antes de bajar lo asesinó

El hombre les había comentando a distintos pasajeros que se vengaría del colectivero. La víctima no pudo reaccionar y murió al instante. Un solo testigo estuvo presente en la escena del crimen.

por Daniel Vico

[la noticia fue realizada a partir del cuento "Hombre al Margen", de Marco Denevi]

En la noche del sábado, en un colectivo de la línea 519, un pasajero de origen correntino, luego de discutir con el chofer y lo asesinó con golpes de puño y forcejeos. Luego huyó rápidamente del lugar. La línea 519 de colectivos realiza su recorrido pasando por barrios marginales, villas de emergencia, fábricas abandonadas, baldíos. En fin, su trayecto no es el mejor, y menos aún en la noche. Pasadas las 22 del sábado, Juliá, subió a un colectivo interno de la línea 519, con el objetivo de trasladarse a la casa de una amiga. Sin embargo, nunca pensó que sería testigo de una violenta situación. Con su portafolio en la mano; los puños de la camisa limpios; bien peinado y con perfume de lavanda en su pañuelo, Juliá se sentó en el último asiento individual. Aprovechó su ubicación para observar por la ventanilla. Si bien, sólo alcanzaba a divisar como luz a la luna, esto le permitía abstraerse de la realidad del interior del colectivo y de todos sus protagonistas.

En una de las tantas paradas, ascendió al colectivo un muchacho de mameluco gris grasiento y sucias zapatillas de básquet. Pagó con una gran cantidad de dinero su boleto y fue discriminado por el chofer, quien no le devolvió su vuelto correspondiente. El joven, casi sin entender y entre risas, se dirigió al interior del colectivo ubicándose en la última fila de asientos, aquella que va de lado a lado del vehículo público de transporte, justo detrás de Julíá. Éste rápidamente se dio cuenta que el muchacho del mameluco gris era una persona de la provincia de Corrientes, ya que con su particular acento insultaba al chofer y lo acusaba con cada persona que se sentaba cerca de él en la última fila de asientos. Las distintas personas que escucharon su comentario ofensivo hacia el chofer de la línea 519, luego se cambiaron de asiento por miedo a este joven correntino.

El trayecto continuaba, Juliá que seguía mirando por su ventanilla, se sacaba y se ponía sus lentes. También utilizaba tanto su ventanilla, como sus lentes, para observar de reojo al correntino y demás pasajeros. Cada persona fue bajando en las distintas paradas, hasta sólo quedar en el colectivo el chofer, el correntino y Juliá.

Las luces del interior del transporte eran las mismas que iluminaban las oscuras calles.

Juliá decidió cerrar los ojos para así evitar responderle los repetidos comentarios al pasajero correntino. De repente, el pasajero correntino se para y se dirige a la puerta del colectivo para descender. Al abrirse la puerta, el joven, con sus zapatillas de basquet, permanece inmóvil. Ante la pregunta del chofer para saber si bajaba o no, el correntino se acercó y lo golpeó fuertemente. Juliá que todavía permanecía con los ojos cerrados, para así abstraerse de toda situación, sólo oía los ruidos y las respiraciones agitadas de ambas personas. El chofer no pudo reaccionar y cayó al piso. El correntino, al darse cuenta que su venganza estaba realizada y cumplida se alejó del lugar. Juliá al escuchar los pasos que se alejaban y el silencio que abundaba cada vez más en el colectivo abrió los ojos. Bajó del colectivo y caminó hasta la casa de su amiga, llegando a las 23 en punto. Tal como el quería y había imaginado.